domingo, 11 de marzo de 2012

Carta desde el corredor (teoría de multilocación metafísica) parte 4 de 4

LA RESPUESTA. EL DESENLACE.
HIPÓTESIS DE LA HIPERREALIDAD METAFÍSICA.

Si esta nueva realidad o realidad ampliada, en la que nacemos al morir es experimentada por todos y cada uno de nosotros, cada uno con su propio universo de interacciones vitales, con sus propias representaciones de los individuos que dejaron impronta en nuestra vida, eso significa que cada ser vivo adquiere en la muerte su propio universo de recuerdos y sentimientos, universos particulares y paralelos a todos los participantes en cada escenario.

Entonces es factible que todos los demás y nosotros mismos estemos a su vez representados y multiplicados, es decir, si estas perspectivas (cuántica y metafísica) son compatibles, cada ser vivo crea su propio universo de consciencia en el que caben sus propias copias o clones de todos aquellos que interactúan o intervienen en dicho universo suyo propio, de consciencia particular en cualquiera de sus formas, incluidas las que no comprendemos, como la de los árboles.

Se trata de la cuadratura de la dimensión anterior, una dimensión metafísica de doble dirección donde uno mismo replica a los demás y es replicado por los demás, edificándose así una múltiple hiperrealidad de presencias virtuales, por decirlo de alguna manera, o para no complicarnos con términos asociados al ciberespacio, llamémoslas realidades o presencias hiperfísicas.

Si este multiverso hiperfísico es real y observable, al menos desde testimonios de los que emprenden el tránsito sea en meditación o por medio de la muerte, podríamos calificar a los sueños como simples fotogramas de escenarios metafísicos, es decir, negativos en 4D de lo que las ecuaciones físicas teóricas identifican actualmente como 5D en adelante, al menos hasta 8D.

De esta manera, filosofías tibetanas ascéticas, europeas druídicas, chamánicas americanas y sus homólogas en otras muchas partes del mundo, y consideradas neolíticas por la comunidad científica, parecen confluir indefectiblemente con las teorías más avanzadas de la física moderna. Parece que ciencia y religión, o religión panteísta-naturalista para ser más exactos, son senderos destinados a encontrarse, caminos iniciáticos que han de desembocar, en algún momento de su evolución, en el corazón del conocimiento.

Si nuestro planteamiento es correcto, aunque la hiperrealidad sea percibida como una neblina no diseccionable que no puede ponerse a prueba en un laboratorio, un esbozo esquemático revestido de una caótica dialéctica entre intuición y razón, abordable únicamente desde un lenguaje matemático estricto bajo modelos completamente teóricos impracticables desde la realidad que llamamos vigilia, nos encontramos, filosóficamente hablando y sin necesidad de ecuaciones en constante evolución, ni axiomas consensuados para facilitar las operaciones con ellas, ante un sencillo multiverso psíquico, un universo de universos que son generados por fuerzas de fronteras vagamente definidas como son las esferas sensorial + memorística + emocional + mental + intuitiva + genética + aprendida ... = psíquica o espiritual.

Psiquis y espíritu son dos áreas que podemos estudiar de alguna manera metódica, pero nos encontramos por desgracia apenas en el punto de partida. Por la vertiente psíquica, sólo se ha estudiado la parte de las patologías que son abordables desde el punto de vista neuroquímico y farmacológico. Sobre la vertiente espiritual también nos encontramos en pañales la mayoría, el bloqueo no es menor por parte de los estamentos y presuntos guías de los monoteísmos homologados.

Estos bloqueos van a permanecer siempre rígidos y arrogantes por ambas partes, no podemos esperar aportes constructivos ni concesiones de ningún tipo por ninguno de sus representantes. Hemos de encontrar un camino intermedio que podamos respaldar tanto por ecuaciones, de esto se encargan los físicos, como por cadenas de razonamientos bien fundados que podemos construir aunando fuentes y testimonios.

Por parte tanto de la física cuántica como de la mística ascética y el recuento de ECMs (Experiencias Cercanas a la Muerte), la hiperrealidad metafísica no se queda limitada a las 4D cartesianas, por lo tanto, trabajaremos juntos cada quién con sus mejores herramientas, y remaremos en la misma dirección en medio de esta odisea del mar de los sargazos que es el camino del conocimiento.

Podrían estimarse nuevos desdoblamientos adicionales de la hiperrealidad metafísica en direcciones desconocidas que no podemos imaginar aunque los cálculos de la mecánica cuántica más arriesgados ya han empezado a esbozar, creo que van por 11D aunque no puedo afirmarlo ni desmentirlo.

Si este universo de multiversos psíquicos es generado por el registro personal de una sola vida y sus interacciones, ¿qué se podría desprender de la memoria colectiva que cada uno de nosotros albergamos en forma materia gris en nuestro sistema nervioso, desmielinizado por los propios registros de la experiencia vital? ¿Cuántos universos de desdoblamiento se generarían si cada uno de nosotros hemos vivido ya muchos trajes de piel y huesos? ¿y si estos "muchos" fueran en realidad infinitos?

Se plantea un escenario aterradoramente enorme, múltiples dimensiones todas ellas infinitas. No  somos capaces de imaginar siquiera un universo de 4D infinito, sin principio ni final... (de esta incapacidad se alimenta la teoría del big-bang), ¿qué vamos a hacer con tantas dimensiones que se empiezan a amontonar en la teoría y en la práctica?.

El big-bang nos sirve de comodín cuántico para simplificar las ecuaciones, para racionalizar lo irracional, para que nos cuadren las ecuaciones puramente cartesianas porque nuestra mente limitada cuadridimensional es incapaz de concebir lo infinito, lo eterno.

Nuestro racionalismo basado en fuerzas puntuales y cadenas de causas-efectos no puede concebir un Universo estacionario, infinito y eterno, eso nos hace sentir infinitamente pequeños y efímeros, hemos de ponerle edad y tamaño a todo lo que percibimos porque no podemos vivir sin cuantificar, de hecho, a la nueva física la llamamos cuántica porque sus cualidades nos aterran.

Necesitamos un Universo con principio y fin, un Universo a nuestra imagen y semejanza... y ni nos planteamos la posibilidad de que nosotros mismos quizás seamos infinitos y atemporales. De otro modo ¿qué pintamos en medio de un multiverso infinito? ¿Nos vamos a volver ateos de las matemáticas?

Serían tantos universos personales desdoblados como encarnaciones o retornos a la vida material hayamos experimentado, y si descartamos el creacionismo y sostenemos la pangea, todo indica que este número es también infinito.

Para colmo, parece que la relación de reencarnaciones no es unívoca ni de uno a uno, sino de una gran variedad de combinaciones, con lo que todo parece indicar que las infinitas reencarnaciones no se producen a escala discreta, es decir, en cuantums escalables numéricamente, sino en una especie de continuo no lineal, sin márgenes ni fronteras, o sea, ad quantum et qualitatum.

Estaríamos ante un universo cartesiano exterior infinito, y otro universo paralelo interior igualmente infinito que implosiona en direcciones adicionales a las conocidas, un universo no cartesiano para el cual no tenemos escalas, haciendo un total de, al menos, seis dimensiones estáticas más una línea de tiempo bidireccional, tal vez circular o cíclica, y distribuida fractalmente en una especie de árbol temporal donde el tamaño del observador determina el grosor de sus ramas, una línea temporal selvática por la que un ser humano como cualquiera de nosotros podría, con cierto entrenamiento, discurrir no sólo hacia atrás o hacia delante, sino posicionarse o acceder directamente a cualquier momento de la historia.

Los lamas tibetanos identifican estos círculos o ciclos temporales como akasha o archivos akáshicos. Muchos brujos y chamanes conocen diversas formas de acceder a diversos aspectos de la mecánica celeste, la bóveda atmosférica 4D y lo que trasluce detrás, azul de día y estrellada de noche, la Nut de los egipcios, que unificada con su gemela del espejo conforman el Multiverso 8D, que curiosamente ya conocían algunos egipcios como el Atom.

Con estos pensamientos me quedaba dormido o en algún estado parecido, manteniendo diálogos imprecisos con los protagonistas de diversas compañías, ilusiones o ensoñaciones.

Desperté de golpe en mi celda, o quizás en la última estancia del corredor, no podría asegurarlo.

Me encontraba aturdido y confuso, no sabría decir si la inyección letal fluía ya por mis venas, o si se habría complicado algún trastorno derivado de mi inanición voluntaria.

La conversación continuaba ahora a solas conmigo mismo, o tal vez con alguien que me parecía estar acompañando a mi espalda, o quizás a un lado, alguien a quien no veía pero podía sentir en una especie de diálogo de pensamientos y sensaciones donde no podría distinguir a los interlocutores. Si pudiera transcribir ese monólogo podría ser algo así:
Creo que conoces las dimensiones tradicionales de la física cartesiana ¿verdad? Alto, ancho, profundo, y la que hemos inventado para poder describir matemáticamente modelos de trayectorias, aceleraciones y demás perfiles de movimiento, es decir, el tiempo.

Las hemos bautizado con nombres realmente cortos, de una letra, curiosamente como los primeros vocablos sustantivos sumerios antes de que se inventara la primera escritura cuneiforme, son letras que fueron jeroglíficos alguna vez, y quizás lo sigan siendo, las hemos llamado  X, Y, Z y T. Son rasgos latinos que curiosamente reproducen aquellas primeras inscripciones grafoides de la humanidad, presentes todavía en todos los idiomas, runas, estelas y hasta en cuevas rupestres, curiosa analogía, son las cuatro dimensiones conocidas, las de toda la vida.

Ponle nombre a las generadas por tu psique, si es que es realmente tuya. ¿Te gusta fi? ¿pi? ¿ro?, ¿tita?... recordar un poco a los griegos no estaría mal, qué sería de nosotros sin sus benditas constantes... además Zenón de Elea figura entre los primeros en plantear el cronómetro filosófico para poner en apuros al propio Aquiles, el de los pies veloces, el de pies alados, haciéndole participar en una carrera contra una simple tortuga.

Me gusta, Figura como el primero para la historia de las escuelas, que se basa en lo poco que quedó tras los incendios de las bibliotecas protofenicias, como fue la de Alejandría, cuando la verdadera historia humana fue fundida para levantar el imperio de la moneda y el terror. Zenón lo aprendió en Menfis, aunque de nada sirve discutir a estas alturas.

Las dimensiones mías las estoy viendo ya, ya no necesitan nombre, quizás pueda preguntárselo a él mismo, Zenón en persona. Y Sócrates ¿qué me contará sobre la Atlántida?

Fascinante. Hay momentos en los que deseo abrazar las luces de la muerte, zambullirme en ellas de una vez, ya estoy sentenciado y con los ecologistas nunca hay piedad ¿porqué me hacen esperar?

Cada acción, cada reacción, por pequeña que sea, genera consecuencias y una huella en los recuerdos con forma de surco, de herida, una impronta que genera planos de existencia virtual o metafísica. Planos que ya estoy tocando, oliendo, saboreando...

Incluso los deseos intensos, las intenciones fuertes, generan este tipo de rastros que la mente recorre recurrentemente, una y otra vez, a veces de forma compulsiva y caótica. No es preciso experimentar las acciones par generar universos paralelos, parece que es suficiente con imaginarlas, o pensarlas con fuerza, para darles "vida" a todas ellas.

Deberíamos meditar mucho más cada uno de nuestros actos y pensamientos porque dichos surcos son el arado donde vamos depositando las semillas de nuestro multiversos particulares, que se despliegan en algún momento de nuestra aparente no existencia en el universo cartesiano 4D, si es que el concepto de momento tiene algún sentido en este peculiar escenario.

Deberíamos pues sembrar amor para recoger amor, para ser amor, para ser lo que somos, el resultado de una reunión de moléculas cada vez más y más complejas y sofisticadas, cadenas más y más largas de ese programa vital, que llamamos ADN una vez que se ha materializado en el marco de referencia cartesiano que la mayoría identifica como real y único.

El amor es, en sentido físico,  acreción molecular, y en sentido filosófico, una cuestión de afinidad.

Al igual que el crecimiento cristalino se produce en un medio enriquecido con reposo o enfriamiento, el crecimiento en los distintos genomas, o programas genéticos, se produce con amor, es decir, en un medio de armonía o un medio donde los factores armónicos y solidarios superan a los factores desarmónicos, caóticos o disgregadores.

Aunque cabe decir que el amor se manifiesta de múltiples y variadas formas, llegándose a invertir los papeles en ocasiones, en apariencia. Por ejemplo, volar aquel ballenero fue un acto de amor implícito, extremo, y muero por amor.

Incluso hacer el amor con gusto implica a veces cierta forma de violencia, aunque sólo sea para romper la pereza y los prejuicios que bloquean el orgasmo natural.

Deberíamos por eso coleccionar amor, coleccionar días especiales de jubilación y asueto, jubilación de júbilo o diversión, no lo que el viejo sistema impone a los ancianos, que es paralizarlos para matarlos lentamente de inactividad y aburrimiento.

Deberíamos impregnar cada acto y cada pausa, de ese destello de algarabía y alborozo que les hace ser especiales, dignos de ser recordados.

Coleccionar días lúdicos, días lúcidos, más días sabáticos y menos de turnos en fábricas de desperdicios y de necesidades innecesarias, menos minas a cielo abierto que son nuestras ciudades y nuestras explotaciones de todo el patrimonio natural (qué sexista es el leguaje, decir matrimonio natural sería considerado una especie de zoofilia filosófica).

Deberíamos dejar de lucrarnos hipotecando el futuro de todos, desertizando la morada de la vida, la biosfera, la gran Madre que pronto será otro Marte, para dar paso y peso al respeto, a la concordia y a la vida digna y diversa.

Por el momento, estamos todos muertos, ustedes tanto como yo, pues vida sin dignidad ni diversidad no es vida. Os estáis matando percebes, matando, suicidando y permitiendo que os asesinen. Creéis que algo está por llegar, y la vida simplemente se va.

Deberíamos revitalizar la biosfera que nos sostiene, y que ha permitido y determinado nuestra evolución.

La humanidad ya no se divide en conservadores y progresistas, son conceptos del pasado, el siglo negro y el nuestro, el del cambio que no llega. La humanidad hoy es sostenible, insostenible y restauradora. Las dos últimas estamos en guerra, al menos, desde el faraón Namer que es cuando comienza la cuenta del calendario Maya largo, qué cosas.

Se describió metafóricamente dicho conflicto como Osiris y Seth, Abel y Caín, Durga y Kali, Dios y el Diablo... pero la gente no quiere entender ni con un millón de formas que se lo expliquen. Parece hoy en día que cada quién adora a su contrario, a tal punto ha llegado la inversión de valores.

Qué nos vamos a llevar transcurrido nuestro margen de tiempo es un misterio insondable, qué duda cabe, pero todos los indicios apuntan a que nuestro multiverso se sostendrá, se retroalimentará de nuestras impresiones ejercidas sobre el colectivo de nuestro entorno biológico (no sólo el humano), y las impresiones que este colectivo haya dejado sobre nosotros mientras existe esa frontera del ego de la cuarta dimensión que llamamos piel.

Todo parece indicar que nuestro multiverso psíquico será todo lo que quede cuando ya no estemos... aquí y ahora, conceptos infinitesimales ambos, inventados por nuestra mente más pueril que pretende sostener la falacia de una existencia inerte, tal y como la plantean tanto los ateos como la mayoría de los religiosos monoteístas, pues los extremos se tocan.

Precisamente éstos, los hombres civilizados, me expulsan de la vida por haberla defendido. Consideran que no hay posibilidad de rehabilitación para mi conducta ni otra medida coercitiva más apropiada para mi pensamiento, pues de estar libre lo haría otra vez, volvería matar cazadores de ballenas, de focas, de osos, de elefantes, de leones o de los delfines que se comen a la pesca de los brokers y los especuladores comerciales.

Volaría esas industrias que envenenan el aire, volcaría en mitad de Manhatan, Tokio, Berlín, Pekín y Moscú todos esos buques de desperdicios que se vierten en las fosas oceánicas impunemente, antes abisales, hoy sépticas.

Lo haría por deber y por placer, por deporte, por obligación y por devoción, estos androides esclavos del dinero y magnates de la polución peligrarían verdaderamente si estuviera vivo, libre y hubiera muchos salvajes como yo.

Comprendemos perfectamente que si no elimináis a tiempo a los cuatro activistas que quedamos, las legiones de restauradores que deambulan por la Tierra podrían emularnos, y dejar el pacifismo para otro momento menos crítico.

Es comprensible que peligraría el desorden que habéis camuflado bajo etiquetas de civilización y progreso, quizás os verían como realmente sois y vuestra partida de desertización y negocio habría terminado bajo un crecimiento exponencial de seres humanos dispuestos a desterrar el miedo para devolver a los elementos de la Naturaleza el lugar sagrado que les corresponde más allá de los derechos de explotación abalados ante notarios de su corte de criminales, hijos de Seth, como este tribunal que me ha juzgado.

Estoy listo, podéis hacerlo ya, no hay rencor, cumplís órdenes, tenéis cachorros que alimentar, leyes indignas que obedecer y mandatos divinos que acatar.

Sois hueste de engendros finamente trajeados dispuestos decididamente a acabar con la vida en la Tierra por un puñado de billetes. Tenéis la cruz clavada en vuestros genes y lista también para mí, y no es el Anj, cruz de la vida y la reencarnación, sino la cruz de la muerte y los muertos, la de los clavos, la de Roma. Hacedlo ya, si es que no me lo he perdido todavía.

Esos vivos colores no pueden ser otra cosa, este paisaje no estaba antes aquí.

Las paredes y el techo de esta celda se han disipado y la conjetura que ha preparado mi mente sólo para mí, es nítida y realmente hermosa.

Puedo ahora comprender la esencia de las cosas con sólo mirarlas, mi conciencia se expande, mis seres queridos me abordan alrededor de este catre que se disuelve, todo es alegría, brillantez, todo es luz. Esto ha de ser el éxtasis de los místicos, ¡amor universal! ¿multiversal?
No sé si volveré, hay mucho por hacer y por resolver, todo está por reconstruir, no voy a rendir este planeta a estas hordas de termitas bien vestidas y tiluladas. Otras realidades que plantear... ¿ya he muerto o he vuelto? ¿qué fue del tiempo? es fantástico.

Afuegolento

Carta desde el corredor (teoría de multilocación metafísica) parte 3 de 4

EL TRANCE. LA ANTESALA DEL MÁGICO UMBRAL ¿ENDORFINAS O UNA PUERTA?

Resulta que no me acuerdo de la muerte, ella me recuerda que me aguarda y que debo apremiar mi despedida porque hace ya rato que mis abuelos han venido a buscarme, están aquí para acompañarme.

Parece una velada alrededor de mis helados huesos, en esta celda no hay nadie y a la vez un montón de gente que me estima me aguarda con paciencia, y quizás con tanta ansia de abrazarme, como yo de asirme a sus etéreos brazos, ¡dios, son ellos!

Sé lo que viene ahora, lo he presenciado en otros. Mis abuelos precisamente me relataron su tránsito, y tantos otros me contaron lo que los suyos les relataron, que conozco perfectamente el camino, casi parece cotidiano, como si hubiera recorrido muchas veces esta luminosa senda.

Pero antes de entregarme al sueño de la puerta albiceleste, antes de entregarme a la luz y a los colores a cuyo lado la vida más esplendorosa es penumbra gris y soledad, antes de dejar caer mis parpados y rendir los latidos de mi corazón debo sembrar en el astral esta brizna verde de pensamientos, por si estas sensaciones son consecuencia del coctel de endorfinas que recorre mi organismo en este trance.

Este germen de esperanza en papel sería aplastado por pezuñas de ñus de oscuras legiones de consumidores que en polvorienta nube de intoxicación informativa caminan hacia un desastre ecológico y humanitario sin precedentes. El pensamiento es el único espacio que me queda, sea real o virtual son las únicas coordenadas que me quedan, terminará aquí mi trabajo, si es que no es un comienzo.

Pero si esta débil luz que se apaga, y contra todo pronóstico cartesiano esta semilla que cae en suelo fértil, si esta brizna de proyecto vital logra elevarse al cielo unos pocos metros en busca del Sol, puede que un día contemple desde las nubes, y desde lo alto de la brecha del tiempo donde los relojes están en pausa, la locura de esta línea de tiempo hacia la extinción masiva.
No sé si ya la inyección letal fluye ya por mis venas, ni sé si las personas de mi alrededor están vivas o muertas, si han venido a buscarme o a despedirse de mí. Ni siquiera sé si el tiempo ya se ha parado para mí, si hablo contigo, con alguien o conmigo mismo. Todo parece confuso en este umbral del destino, o lo que sea. No sé si muevo los labios, o si alguien me escucha o si proyecto mi pensamiento se desploma desde la zona cero de mi mente devastada.

Me asalta el temor y la duda. Para qué voy a pensar o a contar, si a nada se parece este paisaje a lo que contiene mi memoria, si es la mía o es esa memoria ancestral que planteaban los clásicos, o lo ha creado todo mi mente para paliar la angustia del óbito a base de secreciones naturales sobre mi torrente sanguíneo. ¿Son todas ellas construcciones imaginarias que sólo existen en una mente que se van a comer los gusanos. 

¿Dónde está la tierra esmeralda? ¿Dónde quedó mi paisaje interior? ¿A dónde se fue mi musa, dónde se fueron todos?

Nada se acontece, nada brilla aún como en el viaje de la barca dorada, nada refulge en su mágica esencia como creía recordar, o quizás, como mi mente había planeado.

No siento mi cuerpo pero tampoco el supuesto placer químico de una descarga hormonal que agradece su hospedaje a un organismo que perece y subyace a lo que hace un momento creía espiritual.

El terror me invade. Si he de deshacerme en la tierra con mi piel y mis huesos, cuál será mi último pensamiento, mi último sentimiento, mi última sensación ¿me quedaré con ella para toda la eternidad como en una macabra olimpiada de Zenón de Elea?

No creo. De ser todo pura materia y naba más, todo acabaría en ese instante y ya no vería nada de lo que luego sucediese. Además lo "material" está plenamente superado, hoy perciben la física cuántica hasta los necios, aún siendo la física una parcela duramente acotada donde se castiga duro al intruso, cualquier mente vulgar como la mía puede asentarse y edificar su pensamiento sin complicadas ecuaciones, pues física es Naturaleza y Naturaleza es todo. Además no inventaron la física el MIT ni el CERN sino los que aseguraron que el gnomón no pertenecía a pitagóricos ni a menfítas, sino al Nilo.
En ese caso me estaré desprendiendo de la dimensión tiempo, y ese último instante, cual aquella aporía eleática en que Aquileo alcanzaba a la tartaruga, será todo lo que me quede de haber pasado por los rigores de lo que creemos vida. En ese caso nuestra especie sería una larga cadena de últimos trigramas, o fotogramas en tres dimensiones. el ordenamiento molecular cromosómico será un escenario lánguido y estéril, inmóvil, muerto como el caos en el caos, gris, dantesco, un grito eterno pues pocas muertes se han producido en escenarios de dicha, bambalinas de rosas y algodones de azúcar.

Pero en la Naturaleza todo fluye, nada hay atrapado en el tiempo ni en el espacio, tan sólo yo permanezco en esta celda porque aún estoy con vida, y ni siquiera así me siento atrapado o solo, pues puedo ya ver entre brumas y pequeños flashes, a las personas con quienes he vivido buenos ratos y momentos especiales, personas a las que me he vinculado de alguna manera y en algún momento, están aquí muchas que ni siquiera conocía o me acordaba de su existencia, y seres que amé profundamente y no pude llegar a conocer, creo que aguardan a que muera aquí, o nazca allí, quién sabe, para encontrarme con ellos, con todos a la vez, y a la vez con cada uno de ellos como si me clonase un millón de veces a la vez, a la vez, a la vez. Esa puede ser la cuestión.

¡Pero eso no es posible! Muchas de esas personas eran incompatibles entre sí, ni siquiera podrían permanecer juntas en la misma estancia. Todas mis amigas, mis novias, mis fantasmas, seres queridos u odiados, o ambas cosas, todas las posibilidades, todas las variaciones, todas las combinaciones… pero todo esto ¡no es físicamente posible! ¡no a un tiempo! ¡no hay espacio suficiente!... ¿o sí?

A fuerza ha de ser una jugada de mi mente en connivencia con la última jugada de mis glándulas, que vienen a despedir a mi sistema nervioso con un formidable espectáculo de fuegos artificiales y una paradójica imagen del todo imposible en la física cotidiana del mundo real.

¿Mundo real? ¿Vida real? ¿Quién ha dicho eso? Creo que yo lo dije. Parece que en este punto empiezan a diluirse las fronteras del ego, el tú y el yo se hacen borrosos, confusos.

En la vida de cuatro dimensiones esta escena es imposible del todo, desde mi punto de vista y desde el de cualquiera de los asistentes a mis últimos instantes.

Aquel amigo fue mi mejor amigo cuando murió, pero eso fue veinte años antes que yo. De haber vivido todo ese tiempo es muy probable hubiéramos tenido divergencias que habrían transformado nuestra amistad en otra cosa, tal vez en una amistad deteriorada o incluso enemistad, pues es difícil escapar a los infinitos formatos en qu la infidelidad se puede presenta.

Sin embargo, ahí está, sonriente como la última vez que le vi, lleno de vida y esplendor juvenil, y a la vez muy maduro y adulto. No ha pasado el tiempo por él, y a la vez es todo un hombre, no hay sombra de las carencias psicológicas que presentaba en vida debido a la edad. Sólo sé que ansío enormemente abrazarle.
También están ahí mis dos abuelas, ¿cómo podré abrazarlas a la vez, si una de ellas, al morena, fue falangista y miembro activo del genocidio franquista, y la otra, rubia como la nieve, se encontraba entre las víctimas del holocausto, superviviente sólo por no haber nacido hombre?

Mis abuelos ambos me observan también y deseo abrazarlos, aunque ambos saben a cuál de ellos reservo mi vínculo más extremo y apretado. Él mismo me narró y describió el escenario de su muerte. Muy parecido al mío, por cierto.

Del otro abuelo apenas tengo algún recuerdo muy superficial, murió siendo yo muy niño. Puedo deducir que abrazó el régimen fascista implantado tras la guerra civil, y que colaboraría con él por motivos de mera supervivencia, le tocó, como se dice vulgarmente, el frente nacional, y optaría por presenciar los atropellos sobre la población civil con la mirada puesta en otra parte para no ser él mismo y sus hijos parte de las víctimas esparcidas por las cunetas de las carreteras españolas. Muchos optaron por esta vía sin que, en realidad, tuvieran otra opción, pero yo no lo sé. He de preguntárselo a él mismo, pues desconozco este punto.

Del otro lado se encuentra mi verdadero abuelo, no sólo biológico. Quién tantas veces he llorado al despertar de un sueño en el que me encontraba feliz abrazándole y sorprendido de encontrarle vivo.  También le tocó el bando golpista, pero nunca pegó un tiro a nadie. Ni siquiera levantó el brazo al modo fascista, jamás, ni al pasar por delante el blindado del dictador en formación con su séquito de psicópatas asesinos, motivo por el cual fue torturado y puesto frente a un pelotón de fusilamiento, como poco antes habían hecho con sus padres y dieciocho de sus veintitrés hermanos. Fue salvado por un cura, curiosamente. Mi abuela, la clara, sería muy religiosa toda su vida quizás por este motivo.

¿Cómo podría sentarme en el regazo de los dos?, en las rodillas del abuelo que me dio amor y ejemplo hasta en el día de su muerte, y en las del que sólo recuerdo vacío a instancias de su esposa ultra-falangista y nacional-católicista, serrana de la Demanda y somatén, mujer de tantas que vieron en la guerra una oportunidad para medran, y que nunca abriría la puerta de su casa a una roja como mi madre.

También han venido algunas damas que he amado, no sabía que habían muerto, pero a la mayoría creo que yo las esperaré pacientemente. Curiosamente hay otras a quien quise amar y no pudo ser, tampoco sabía que el deseo fue recíproco, y que fuesen a abrirse universos paralelos donde existir con todas ellas plácida o turbulentamente, tal como hubiera sido en vida.

Cuánta incomunicación habita en nuestra civilización de las comunicaciones. Era telemática del mundo interconectado, y el sentimiento humano más aislado que nunca en muchos aspectos, y sobre todo en las distancias cortas, donde un muro de silencio e indiferencia contiene lo más esencial de nuestra naturaleza.

No podría abrazar a todas estas personas a la vez, la mayoría de ellas totalmente incompatibles e inconexas en tiempo y forma. Sin embargo, todas como fueron yo las conocí, en su mejor momento según mi memoria. 

Si esto no es una ilusión de mi mente ha de ser una nueva dimensión, un hipercubo de relaciones, que se redimensiona a su vez en todos los demás cuando llegue su momento. Exponente que habría que aumentar si cada una de las tuplas, instancias u ocurrencias personales puede explorar un conjunto de posibilidades diferentes. Esto son tres dimensiones adicionales, si el tiempo se puede recorrer en este multiverso en sentido contrario, como afirman brujas y chamanes, ya son cuatro.

El universo 4D de Descartes encuentra su imagen especular en la frontera de los sueños y la muerte. La Naturaleza se implementa, como lo plantéan físicos teóricos y filósofos espiritistas, en ¿mundos 8D?

Carta desde el corredor (teoría de multilocación metafísica) parte 2 de 4

Carta desde el corredor de la muerte
DEPRESIÓN. DISTORSIÓN. EL FLANCO DE BAJADA. EL DESCENSO

Tengo todo por hacer todavía y me habéis condenado atajo de hipócritas, termitas insaciables que vais a reventar el planeta, el umbral de la vuelta atrás ya lo habéis dejado atrás, y como si nada, y osa abalanzáis sobre mí como la desgracia se abalanza sobre vuestras cabezas insensatas, ciegos codiciosos, vuestros nietos os conocerán como los psicópatas descerebrados que causaron la extinción masiva, y mientras tanto me aplicáis la ley antiterrorista, qué cosas.

Eso me debería llenar de orgullo macabro aunque no me quedaría ya tiempo para disfrutarlo. Demasiado en qué pensar todavía, todo por ordenar, todo por hacer. Plantaría un árbol si me dierais una pala, plantaría árboles el resto de mi vida sin siquiera sentirme forzado, pero es mejor eliminarme no sea que se propague mi fiebre.

Si la justicia es remuneración mi salario aguarda al final de este largo y oscuro corredor de la muerte. Mi delito, considerar la vida de un homínido de igual valor o inferior que la de un cetáceo, y llevar a la práctica esta premisa, mediante explosivos.

A los cargos presentados debo agregar yo mismo, voluntariamente y en pleno uso de mis facultades racionales, emocionales y espirituales, el agravante de dolo, premeditación y alevosía, quizás agregaría más cargos pero no están tipificados.

Ni siquiera el enunciado de la fiscalía es correcto, pues considero mucho más valiosa la vida de un sólo cetáceo como los que intenté salvar, de los cuales apenas quedan una docena de manadas enfermas y desorientadas sin cabezas de familia ni alimento en el océano esquilmado y envenenado que les hemos dejado, que las vidas de todos aquellos homínidos que disparaban contra una de las últimas  cosas bellas que le quedan al planeta fuera de los museos, por un puñado de billetes cuyo destino siempre es el de regresar de un modo u otro a las arcas de alguna entidad financiera. Asimov se equivocaba, no seríamos esclavos de los robots, aunque sí de algo metálico, y de papel también.

Y refrendo conscientemente la sentencia, compadezco a los homínidos que maté y compadezco a sus familias, cuya casa pasará a manos de la gran ramera que ordena al mundo en forma piramidal, pero volvería a hacerlo, no hay lugar para el arrepentimiento.

Y lo siento por ellos como por el resto de personas que tienen al alcance el ser humanos pero que debido a algunas desastrosas creencias religiosas, la fascinación pecuniaria, prejuicios nacionalistas y otras formas de drogodependencia sociocultural que 7.000.000.000 de homínidos practican, y detestan algunos humanos en peligro de extinción.

El simio primate braquicéfalo con quien compartimos raza quedó estancado en el preclásico del bronce, en aquellas primeras acuñaciones masivas de moneda con las que sufragar grupos beligerantes de mercenarios dispuestos a todo por someter a los no beligerantes. Se pudrió su espíritu estancado en las aguas putrefactas del terror y el dogma, mas no así su tecnología, que se fue sofisticando y perfeccionando sobre todo para una cosa, la destrucción del otro, arte en el cual se han alcanzado insospechadas cotas. No debimos bajar de los árboles tan pronto.

En lugar darse cuenta del daño irreparable infligido sobre sí misma y su entorno, la especie protohumana entonces, casi de inmediato delegó su conciencia y su sentido de la responsabilidad en las maquiavélicas maquinarias de poder alienante y corrupto que aún perduran, y que ahora castigan mi desesperado acto de defensa del más débil, el mundo que llaman animal.

Estas  maquinarias de triturar ecosistemas, engrasadas y ebrias durante todo el siglo pasado y gran parte del presente, por el caro y sucio sabor del petróleo, permitieron que las inconscientes masas supervivientes de guerras mundiales endémicas y permanentes, disfrutaron momentáneamente del poder efímero que otorgan las glorias y placeres pecuniarios como conducir un maloliente bólido, antes de ser engullidas por esa misma maquinaria implacable dirigida por expertos en financiación que no saben nada de economía, y los homínidos comenzaron a actuar consensuada y estratégicamente como insaciables termitas peligrosamente compactas y bien organizadas, poniendo en jaque a la piel verde del planeta y a la escasa humanidad que 7.000 años antes comenzaba a balbucear su verdadero potencial racional antes de comenzar comenzó su explotación y persecución sistemática.

Los pocos humanos que residualmente fueron emergiendo y superviviendo provisionalmente estuvieron siempre dispuestos a defender esa piel verde cada vez más delgada y despezada, pero fuimos perdiendo en todos los frentes hasta llegar al irreversible día de hoy. Tan pronto como despertábamos nos iban anulando  con unas cuantas monedas, o bien asfixiando por la falta de ellas, o por la infalible espada, que nunca supieron manejar tan diestramente como sus peones de la guerra.

La cuenta atrás está en macha y ya no hay quien pare el colapso, aunque no será cosa de un día. Y yo en lugar de poner en orden mis últimos pensamientos le suelto este discurso a esas grises paredes asépticas y cargadas de desolación.

Heme aquí tratando de dispersar semillas humanas al viento de un desecado desierto hablando para mi amigo el diablo, pues ya ningún dios nos hace caso. El tiempo se acaba. El aire está cada vez más viciado, el agua cada vez más salobre, y he de rendirme ante la visita del funcionario de prisiones que me trae la comida, plato que no ingeriré porque yo mismo elegiré mi momento de morir, ya que no he podido elegir el modo.

Después de la última sesión de azotes psicológicos para delatar a mis hermanos activistas, ya no sé si me encuentro en mis cabales o la situación de estrés permanente en la que me encuentro hace que confunda ya la realidad con el sueño, ya no sé si estoy despierto o dormido, no sé si es de día o de noche, o que día debería ser hoy, ni sé si cuando mis ojos se cierren de cansancio lo harán por última vez, ni sé si lo deseo siquiera.
Me veo las manos, y veo que no son lo que eran.

Mis manos eran bellas, de verdad. Aunque no lo parezca, un día mis manos fueron dignas de ser pintadas, proporciones áureas, delicadas curvas fractales, recias pero suaves, musculosas, firmes, equilibradas, simétricas, como las de la capilla Sixtina, manos de músico, de lírico, de cocinero de finas hiervas. Mis manos no temblaban así.

Hoy no parecen mías, no las conozco, y creo que ellas ya tampoco me reconocen. Me acabo de dar cuenta de que son unas manos ajadas, maltratadas, vejadas, expresión de mis sentimientos. No son manos de un informático ni del hombre de escritorio para lo cual fueron educadas, son manos de labriego cansado, de campesino desesperado de mirar al cielo, de obrero de la construcción somnoliento tras una jornada a destajo demoledora, manos de cantero medieval, de minero asturiano, de boxeador vencido.

Son cicatrices prensiles, mapas de 42 años de golpes, todos en defensa propia, todos en el amor propio. Hoy ya no es posible ser humano. Los que lo fueron ya se han fueron de este plano al siguiente del quinto, quizás abandonaron asustados, quizás supieron reconocer la derrota y no quisieron seguir malgastando energías valiosas, o los han ejecutado ya sin inyección ni protocolos como a los hermanos totémicos de especie.
Ya nada me espanta tanto como las torturas de los enemigos de la luz, las ignominias y vejaciones humanitarias del pasado que creíamos lejanas y extirpadas, siempre llaman a la puerta como metástasis incontrolables de un infierno latente.

Las sombras más lúgubres del pensamiento lúgubre siempre vertiendo premisas venenosas en las aguas cristalinas de la razón y la ciencia, hoy el caldo de cultivo flotando en unos medios de comunicación corruptos y monopolizados al servicio del dinero, que difunden indiscriminadamente falsas pócimas milagrosas que las masas ingieren sin oler ni paladear, y los fanáticos engullen con la avidez y la satisfacción del que se quita el síndrome de abstinencia mediante tóxicos corrosivos que matarían a alguien sano.

Jauría de perros vanidosos homologados por una corbata y una cara tan dura como el hormigón con que alicatan la  piel del planeta, sostienen su imperio en el viejo concepto de la moneda, y lo que ellos llaman sostenibilidad es ya colapso global dosificado en cómodos plazos. Ya no sé si me importa, tengo un pie ya en el quinto elemento, además no sé si es algo que cada uno de vosotros os habéis buscado por acción o por omisión. Cuando me hayáis expulsado de un puntapié con forma de inyección quizás con suerte comprendáis que esto no es una crisis sino un sistema. Un sistema de control de bienes muy antiguo, por cierto.

No dejaréis de escuchar a los maestros de la perversión y la mentira que se disfrazan de objetividad y pragmatismo, vacíos materialistas que sólo ven en los números cifras con que sesgar estadísticas para reforzar los nichos de escoria donde incuban las próximas patrañas que mañana incluirán en los libros de historia.

Tampoco son inocuos los asesinos del espíritu y corruptores de conciencias que se erigen como intermediarios de dioses con derecho de patente, son igualmente perniciosos e invocadores del desastre.

Nada saben del espíritu, sin embargo su fe es tan ciega como incrédula su actitud ante ciertas evidencias. Ellos comandan el mundo al revés en que vivimos, invierten y pervierten toda lógica constructiva al ser incapaces de identificar las falsas premisas que sostienen sus falacias cosmológicas.

Viene a mi memoria la campaña comercial que llaman navidad. Para celebrar el nacimiento de un falso mito milenario plagiado de otro anterior que quizás no fuera tan falso ni tan mítico, asesinan cada año a millones de las verdaderas divinidades que nos dieron la vida, los árboles. Se talan por costumbre y por motivos puramente decorativos, si es que fuera bello contemplar un árbol muerto. Los cortan para adornar salones y patios, y eso lo califican de acto religioso.

El emperador de estos holgazanes profesionales de la falsificación y la tiranía, podría, con una sola de sus magnánimas y somnolientas palabras, erradicar esta maligna costumbre que demuestra la decadencia de nuestra sociedad y el primitivo estado evolutivo que nos envuelve y que en nada es acorde a nuestra evolución tecnológica, implementada únicamente para la explotación aunque a esta sórdida dinámica se la llame cultivo. Pero el concepto de cultura es diametralmente opuesto al de explotación, aunque culto es una palabra brutalmente prostituida.

Tal vez no lo hace por pura ignorancia, ni siquiera sabe la fatalidad que representa y las legiones de corazones ciegos que le siguen como el jefe temporal y supuesto intercesor del homínido ante las leyes de la Naturaleza, que creen que se doblegará a sus pies mediante sacrificios de árboles y cosas así, como incuestionable  falacia senil y demencial.

El maligno, dicho sea de paso, no tiene cuernos ni rabo, estos pertenecen a los benditos animales nos dan leche para nuestros quesos, y filetes para nuestras parrillas. El aspecto del verdadero maligno, por el contrario, podría parecerse al de una irritante medusa milenaria cuyos hilos son tejidos por los administradores de la metálica vibración del dinero, el mismo metal que sirve tanto para hacer armas como monedas y vehículos con que intoxican la mente y el aire, según convenga. Y no me refiero a la mítica Medusa que recrearon los micénicos tras sucumbir sus tropas ante la reina egipcia Ahhotep.

"Atado y bien atado", ese fue el último testamento del último dictador genocida que pasó por estas tierras. Aún lo recuerdan con espanto los más mayores, con nostalgia los más depravados. Ya se fue, pero su maquinaria persiste incorruptible cual Goliat de la era del Armagedón, sin que David tenga siquiera la oportunidad de sostener su honda. Aprendieron la lección y la aplican sin fisuras, acaso algún cabo suelto esporádico al que aplicar la inyección letal para que no escriba novelas subversivas desde una inspiradora celda.

Cantan lo que saben y no saben lo que cantan. Viven como esclavos, viven más enjaulados aún que yo, pues mi mente es libre, mi imaginación un halcón que vuela alto, mi deseo imperturbable, y mi razón pura después de haber pasado a la acción. Mientras tanto, los manipuladores de masas prefieren seguir sacando brillo a sesgadas estadísticas, simulaciones con carencia de variables, y empañadas bolas de cristal, a poner en marcha, de una vez por todas, un plan de recuperación de la piel del planeta, todo es posible, el gravitrón, la bilocación cuántica, viajar fuera del sistema solar, la fusión fría, todo menos eso, todo menos emprender el camino de la supervivencia, emulando un poco a los curas: el camino de la salvación.

Pero la maquina sigue imperturbable cortando los hilos que nos unen a la vida, sigue eliminando el verde y arrancando malas hiervas como yo, cabos sueltos que por más que nos arrancan y nos arrojan a la gran fiesta que debe ser el infierno, retornamos siempre y con amigos, mas no nos teme la gran ramera dotada de las más viejas y potentes tecnologías que ha creado el homínido, que no son ni la rueda ni el fuego, sino la moneda y el terror. Cantemos un requiem por la biosfera.

Demasiada tecnología para tan poca humanidad. Las trompetas de un nuevo apocalipsis y el holocausto de la razón anuncian otra cosecha de prototipos humanos desechables para una máquina que nos engulle y utiliza como peones clonados del homo imbécilis que domina el planeta, como envases  no retornables, como pañuelos de usar y tirar, una máquina que cultiva perfectos homínidos de plástico como espigas de un vasto Eliseo que puntualmente se siega para satisfacer un apetito insaciable, un apetito no humano que habla desde púlpitos decrépitos e hipócritas pedestales políticos.
Sólo somos biocombustible para una máquina de tentáculos invisibles, urticantes y paralizantes, una medusa que va cambiando de rostro desde la muerte de Osiris, el verdor de la Tierra. Pero el germen de la discordia flota en el aire y arraiga con las primeras lluvias de una primavera que no es árabe sino global, aunque el amanecer siempre sea oriental. Una semilla que alza un grito de guerra en medio de la sinfonía de los muertos, un basta ya que gira cual derviche generando tempestad en medio de un mar de pereza que se pudre inconsciente de su estancamiento y decadencia.

Mala hierba de pensamiento claro y decisión para la acción, que brota espinosa en medio de un latifundio cerealista donde no se pone el Sol y tampoco amanece, un mar de secano que crece a la sombra de partidos políticos y de futbol, modas al servicio del paradigma reproductivo, y acaloradas tertulias fatuas entre famosos, pedantes y demagogos varios, que ostentan decálogos de de la involución y rosarios de estupideces que terminan con aplausos y premios.

Soy una espina que sangra ya por poco tiempo, clavada por un futuro de vida digna y diversa, una Tierra por encima de divisas y naciones, religiones y combustibles, que pueda mirar a los ojos a sus hijos azules que nos miran como a bestias, antes de ser domesticados para la máquina.

El fiscal que me condujo a este corredor pronunció la palabra "radical" como unas mil veces. Y digo yo, ¿qué hay de malo en echar raíces? ¿qué hay de malo en ser raíz?

Sólo un tallo muerto se sostiene sin raíces, sólo las raíces sostienen la tierra fértil ante los violentos agentes erosivos, las que mantienen el suelo vivo sin que se convierta en roca. Las raíces sustentan a los árboles que calman los vientos, las tempestades y las olas de calor mortal, los árboles que guardan bajo sus ramas a Isis, la humedad de la tierra, esa que vivifica el ambiente.

Las raíces aportan el fluido vital a Osiris, el dios esmeralda, el organismo capaz de utilizar la energía del sol para sintetizar los oligoelementos en las moléculas del resto de biologías, los péptidos.

No puede haber frutos, consciencia ni memoria sin raíces. Yo no soy conservador ni progresista, soy un restaudor. Y, por cierto, puedes llamarme radical propiamente y sin ambages.