
Sin embargo, debo reconocer que este artículo tiene además otra finalidad especial que sintetiza un sentido práctico y estético en proporciones iguales, y este motivo viene a propósito del artículo anterior publicado amablemente por Azulina (espero que no te incomode).
Este propósito morboso y casi maquiavélico no es otro que el de desplazar para abajo este último artículo de mi querida amiga, ya que cada vez que abro el navegador encontrarme la cara de sujetos como Paris Hilton o Salvador Sastres, me estaba produciendo tal repugnancia que iba a terminar por minarme la salud, generarme cualquier trastorno psicosomático del tipo ulceración gástrica, depresión permanente o incluso suicidio, ya que pensar que después de esta legislatura van a tomar las riendas de este país personas de un talante y calidad moral como estos, no me despierta otro tipo de sentimientos.

Creo que un artículo que abordase el tema de la belleza quedaría indiscutiblemente incompleto sin una referencia a la belleza auténtica, después de tantos malos entendidos que pululan envenenado nuestros hábitos sociales acerca de este término que fue materia prima de todas las filosofías, desde las más antiguas hasta las investigaciones más vanguardistas en medicina que tienden a apuntar en la dirección de que la belleza, tanto física como mental, es uno de los síntomas más importantes que evidencian un estado de salud a simple vista.
Parece que la medicina futurista fuera al encuentro del viejo dicho "mens sana in corpore sano" o incluso aquel otro más cercano de que "lo que se come se cría", y es que después de tantos desvaríos pseudo-culturales y aberraciones en los cánones estéticos modernos, me siento casi en la obligación de subrayar la auténtica Belleza, la que nace de dentro y la que se manifiesta externamente, tal como cualquiera puede apreciar en el envoltorio de Megan Fox, un envoltorio denostado y menospreciado por todas las religiones, y que exhibe, a mi generalmente poco compartido modo de ver la vida, todas esas esencias por las cuales, si yo fuera un extraterrestre perteneciente a una raza demiurgo de nuestro mundo, una raza de jardineros del universo y de ingenieros genéticos de razas en período de pruebas como la nuestra, preservaría a la raza humana a pesar del cáncer que supone para la biosfera terrestre.

Hay muchas formas de entender la belleza. Puedo comprender algunas ecuaciones de Einstein y sin embargo no entiendo qué puede tener de feo Srek. Alguna parte de mi cerebro debe estar muerta o sobrecargada para no entender tantas cosas acerca de lo que se tiene por belleza y que abarrotan por ejemplo tantas iglesias, mezquitas, pagodas y discotecas, porque sinceramente no puedo entenderlos, no me alcanza.
Lo mismo que existen diferentes idiomas en la comunicación humana, también existen diferentes idiomas de pensamiento, y mi pensamiento habla quizás alguna lengua muerta, pues en las lenguas mentales de las grandes mayorías parecen no tener cabida conceptos como la paz, la concordia, el control de natalidad o la ecología. Todos tienen alguna idea mas a tenor de la dirección que llevamos, todas estas mayorías implementan lo contrario.

Para un físico (o aprendiz de físico) todo es física, nada escapa a las leyes de la naturaleza. Otra cosa es que esas leyes nos parezcan tan difíciles de entender que los milagros y los castigos de algún señor, nos lluevan por doquier.
Megan Fox es de una belleza exterior incontestable, una belleza casi estridente, si me topara frente a ella en un ascensor creo que me desmayaría, o al menos no podría mirarla, es de esos raros ejemplares que brillan como sol. Por dentro ha de ser igualmente bella pues nos ha donado algunas de sus mejores imágenes como fondos de escritorio bajo licencia GNU (libres, gratis).

El caso es que he elegido a esta dama para representar la belleza auténtica porque alguien tenía que escoger. Mirad en sus ojos y decidme si no son dos ventanas al universo, y la llave de la salvación si es que la hay.

Afuegolento
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