
La posibilidad de que existan dimensiones adicionales a las cuatro que intervienen supuestamente en nuestra existencia, a saber: alto, ancho, profundo y tiempo, y que maneja la física euclídea a través de las variables x, y, z, t, es algo más que un entretenimiento de freaks de los números y de las subpartículas, en sus largas y edificantes noches de insomnio.

La segunda posibilidad que se contempla y por lo visto van de la mano a todas partes, es la de los universos paralelos, algo que en mi opinión no tiene fundamentos lógicos porque es incompatible con la teoría de las dimensiones adicionales, y es lo que trataré de explicaros en este nuevo post o capítulo de Sofía y Ciencia (no temáis, no será muy largo).

Y no cabemos tantos porque o bien, tenemos paralelos de cuatro dimensiones como éste, o bien, es un único universo multidimensional el que se cierne ante nuestros ojos cerrados ¿Por qué? creo que es muy sencillo y todos lo entenderéis, y para explicarlo voy a recurrir al mismo ejemplo que me pusieron a mí para explicar la teoría de las dimensiones adicionales.

Haríamos la vida normal de movernos, desarrollarnos, multiplicarnos (que no se nos olvide) y viviríamos ajenos a esa dimensión Z que no podríamos sentir. Si se acercara a nosotros un ser de cuatro dimensiones y nos viera desde la dimensión adicional nosotros no podríamos verle porque nuestros sentidos estarían capacitados exclusivamente para el universo plano en que vivimos.

Ahora bien, imaginen que algunos de esos bichitos de tres dimensiones que pululan por la hija se aburren mucho y empiezan a especular acerca de la existencia de otras hojas que dispuestas paralelamente podrían acumularse unas junto a otras, bien apretaditas, llegando a formar un libro. se pondrían muy contentos y publicarían muchos artículos en las principales revistas científicas y en las no científicas a las que les faltasen verdaderas noticias para rellenar algún hueco, y se convertirían en famosos de freakilandia, gurús de la física teórica y sacerdotes o teólogos de la ciencia tridimensional en la que habrían nacido.

Por mucho que en el LHC (Colisionador de Hadrones de talla Grande) del CERN dé la impresión de que si acercamos mucho dos partículas de repente dan el salto y se funden, o que si disparamos a una partícula gorda otras partículas muy pequeñas como si fueran balas, a pesar de la poca puntería que tenemos llega un momento que acertamos en la diana y la partícula gorda salta en pedazos, aunque todo eso nos parezcan fenómenos discretos, es decir, saltos, es sólo una apreciación de nuestra precaria observación y el universo es continuo por más que utilicemos marcas para medirlo.

El universo es un concepto, es el contenido y el contenedor a la vez, por lo que si decimos cinco universos paralelos estarían contenidos en algún recipiente universal y sería, por tanto, este recipiente el nuevo universo a observar.
Tampoco podemos decir medio universo o 75 céntimos de universo, porque tendríamos chuletas para enorme barbacoa pero no más leche.

Los últimos avances en física son determinantes en cuanto a la percepción que tenemos de la materia, no del universo (del contenido, no del continente). Estamos comprobando como las matemáticas fallan, que en determinadas condiciones uno más uno tienen menos masa que cada uno por separado, que la luz tiene masa y que el responsable de la carga o neutralidad de un partícula es otra partícula mucho más pequeña que es como la luz pero atrapada en la partícula más grande, y que en determinadas condiciones se puede forzar a la materia para que se comporte como antimateria al menos durante un breve período de tiempo, que aunque es muy pequeño demuestra la existencia de antimateria en el universo con un alto grado de probabilidad, aunque se estima que en menor cantidad que la materia.

La palabra multiverso es una contradicción que le encantaría a Unamuno, una aberración sin sentido que sólo sirve para justificar la presencia en la tele o en revistas de algún erudito con otra idea feliz sobre el Big Bang.
Antes de lanzar cualquier teoría se deberían respetar un poco más los estándares y los cánones que nos sirven para entendernos, porque son las reglas del juego.
Antes de redactar este artículo pensé titularlo "demoliendo la teoría del multiverso" pero dicho título otorgaría a ese absurdo planteamiento un carácter de estructura o proporción que no tiene, como si hubiera algo que poder demoler, como si se pudiera derruir una payasada del circo actual de la física.

El universo multidimensional sí es legal desde el punto de vista semántico y una teoría, en mi opinión, sólida y tremendamente interesante, que daría consistencia a las soluciones que nos arrojan las ecuaciones actuales, al comportamiento de las partículas a nivel cuántico, e incluso resolvería las principales cuestiones místicas descritas por clásicos como los vedas y los cuentos egipcios de ultratumba, o lo que es lo mismo, todas las religiones monoteístas que evolucionaron a partir de estos. Si hay algún concepto que podría explicar la vida después de la muerte, con o sin reencarnación, tal y como es descrita por los místicos como una consciencia en plenitud por encima de la materia y el tiempo, ese concepto es el de la quinta dimensión.

Podríamos seguir fundamentando el universo multidimensional con los escombros del multiverso si es que los hubiera, pero sería redundar en lo ya dicho, por lo que podríamos terminar este aporte con una frase no tan grosera como clásica, pero como hablábamos de esferas: por pelotas no existen los multiversos.
No te lo tomes mal, querido Stephen.
No descarto que pueda haber otros planos de la realidad.
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