El Grinch es un personaje de ficción creado en 1957 por el dibujante Theodor Seuss Geisel para el cómic Cómo el Grinch robó la Navidad.
Tal y como se recoge en el bolg Pareja de Historias, lo que le hace odiar la navidad es que todos los que le han humillado serán felices con sus regalos en esas fechas. Es por ello que decide robarla.
Cuando ha logrado hacerse con todos los adornos, luces y regalos se da cuenta de que la navidad llega igual y que es mucho más que adornos, regalos y banquetes. Así que decide devolverlo todo y es recibido afectuosamente en la comunidad de Los Quién (el pueblo ficticio en el que se desarrolla la historia).
Pues bien, la navidad sí que es algo más que adornos, luces, regalos y demás, es espíritu navideño. Pero ¿En qué consiste realmente el espíritu navideño? ¿Se diferencia en algo de la parafernalia inútil con la que adornamos la vida en estos días? ¿Ó, constituye una ilusión más, una quimera, o incluso un cruel espejismo?
La mayoría de la gente en esta época de asueto se ve invadida por efímeros propósitos de ser y hacer feliz a los demás, de una vaga solidaridad de quita y pon, de un afán por mantener viva la tradición de tomar estas fechas como hito para reunir a la familia y estrechar lazos con los más allegados y con aquellos que algún día lo fueron. Propósitos al fin y al cabo que, como los que muchos se hacen para el año nuevo, tienen una duración de muy corto plazo: lo que tardamos en despertar del ensueño y retomar nuestras habituales costumbres.
No debe invadirnos la empatía únicamente en contadas ocasiones y de una forma tan superficial como sucede en navidades, debemos tratar de ser mejores personas día a día fomentando cada minuto nuestras mejores virtudes, pero porque sí, porque esa debe ser nuestra mayor meta, no porque llegue la navidad, sea semana santa o cualquier otro evento de estas similitudes en el fondo cargados de hipocresía.
Feliz Falsedad es el título de una canción de Soziedad Alkohólika y bajo mi óptica, puede que una de las mejores frases frases para definir estas épocas.
Por ello pido el fin del espíritu navideño. No seré yo quien reclame un mayor peso del aspecto religioso de estas fiestas, pero sí quiero plantear los siguientes interrogantes:
¿Por qué no proponernos todas estas cosas bonitas en cualquier época del año?
¿Por qué no negarnos a seguir los dictados de una sociedad materialista que desprende durante estos días un auténtico furor por el consumismo?
¿Por qué no huir de los convencionalismos que nos llevan a aparentar en cenas de menús interminables, a desear objetos que no necesitamos o a llenarnos de caprichos?
Caprichos por los que a veces terceros sufren las consecuencias de nuestra irresponsabilidad como, por poner un ejemplo por todos conocido, los cientos de animales que son abandonados en los primeros meses de cada nuevo año.
Esto, que aparece publicado aquí, no lleva toda la vida haciéndose, pero merece convertirse en una tradición a conservar. Que se extiendan este tipo de medidas y se fomenten actitudes similares es un buen comienzo. Una navidad mejor es posible.
Fdo: el nuevo Grinch.
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