martes, 20 de septiembre de 2011

Genocidio de defines cada año

Septiembre es un mes de matanzas sistemáticas de delfines en Japón, justificación: se comen la pesca de los japoneses. Genocidio que se conoce como "fiesta de Taiji".

Todos los años en las costas japonesas se asesinan impunemente y de forma oficial 30.000 individuos delfín, extraoficialmente todos los que puedan, las cifras son incalculables pero son han de ser escalofriantes a tenor de la forma en que tratan de ocultar el dicho holocausto criminal.



De manera similar ocurre en Noruega e Islandia (al menos) donde al sadismo que conlleva este tipo de matanzas llega a límites tan repugnantes como los de algunos regímenes de los más totalitarios con respecto a sus opositores o a determinadas razas humanas.

En este caso, los muchachos que desean demostrar su hombría se sitúan a pie de playa para clavar sus arpones sobre indefensos delfines mientra alguien hace recuento de la masacre, cuántos más delfines queden muertos a cuenta del aspirante a "hombre" más "hombre" se le considera y más hembras pondrán sus ojos celestes sobre ellos, matemática sencilla "Hombre" = "Bestia".

Hace algún tiempo, no mucho, me consideraba abiertamente humanista y me enternecían lecturas como Rousseau y otros filósofos que creían en la humanidad, en la naturaleza humana.

Al día de hoy, tras un profundo balance de los actos del ser humano en todos los niveles debo reconocer con pena y dolor que somos bestias, decirnos animales sería insultar y menospreciar a las especies que han tenido la desgracia de cruzarse con nosotros.

Cierto es que son una minoría los que abusan de su posición de especie dominante entre los superdepredadores y que dedican su vida a sembrar el planeta de dolor y desierto, pero es que el grueso de la población mira hacia otro lado cuando se le presenta documentación sobre este y sobre cualquier atropello de la vida en el planeta, sea sobre la nuestra o sobre cualquier especie, la gente sólo se ocupa de lo que creen que es suyo, su trabajo sus recursos... no les importa ni sus hijos pues para ellos poco va a quedar que salvar, de poco les servirá el dinero si sólo podrán comprar comida basura, sólo podrán beber basura embotellada y sólo podrán respirar aire basura como el de el centro de Madrid o de México D.F.

El ser humano es una bestia inmunda y todo lo que le venga se lo merece, el planeta se lo hará pagar tanto si se es de los que fumigan, talan o clavan arpones como si se es de los que lo permiten o de los cuatro locos que protestamos y que como tales se nos trata.

Tenemos tecnología de sobra para cambiar de paradigma energético y evitar el desmantelamiento de los biosistemas, la desforestación y el deshielo total de los polos que a este ritmo se producirá en menos de 25 años, y con el cambio de paradigma energético tenemos la posibilidad de ofrecer trabajo sostenible para toda la población mundial incluidad la de los países indesarrollables (ya no digo subdesarrollados porque los subdesarrollados no son los países sino sus gobernantes), pero no nos da la gana y quieren saber porqué, porque somos bestias, bestias asesinas y bestias de carga, pero sólo bestias, tan bestias que nos tenemos por inteligentes, todo nos da igual con tal de tener nuestro plato de forraje cada día, tan bestias que el forraje también somos nosotros mismos, pronto publicaremos un reportaje acerca del canibalismo actual, se sorprenderán.



Los delfines son ballenas, pero ningún organismo internacional se preocupa de ellos. Se estiman tan inteligentes como la especie humana, me refiero naturalmente a la parte racional de la especie humana, a la irracional no se nos acerca nadie... Aunque es de prever que si se les tratara bajo la lejislación ballenera, estos mismos países cazarían idénticamente todos los defines que pudieran, igual que el resto de ballenas, pero con fines científicos, eso sí.

Es espeluznante el paisaje que dejan las matanzas de ballenas, las cuales llegamos a enterarnos de que se han producido sólo porque una aeronave ha detectado en la costa la inconfundible mancha roja del genocidio. No tiene otro nombre esta masacre, pues es así como se define la acción determinada a poner fin a una especie, porque mientras aquí nos rompemos los cuernos para salvar, por ejemplo, al lince u otra especie en peligro inminente y evidente, algo que por otra parte es muy necesario, no digo que esté mal (el universo me libre), hay y países decididos a exterminar por todos los medios y como sea a todos los cetáceos en general, y al delfín, en particular, tan sólo por ser competidores por la pesca en la escala biotrófica.

Cualquiera que sepa sumar y restar se dará cuenta de que cuando ya no haya delfines, se seguirán acabando las sardinas y los salmonetes, y ¿a qué especie le echaremos la culpa entonces?

No nos engañemos, los ecosistemas se equilibran sólos, se equilibran en cuanto dejamos de explotarlos, los delfines ni ningún cetáceo acaban con ninguna especie, somos nostros, y sólo nosotros las bestias insaciables que acabaremos incluso con nosotros mismos, y lo haremos, como de costumbre, abalados por los organismos internacionales.

No me extenderé mucho más con éste artículo, las imágenes y documentales hablan por sí solos, tan sólo añadir que soy de los que creen en la hipótesis de que la civilización humana se desarrolló y extendió hace muchos milenios gracias y debido a la navegación, y que durante todo ese tiempo hemos sido acompañados por estos maravillosos animales que han salvado la vida de nuestros náufragos de morir ahogados o devorados por los tiburones, por lo que no es exagerado afirmar que debemos nuestra civilización (si es que podemos considerarnos civilizados) a estos magníficos animales, y nosotros se lo estamos devolviendo extinguiéndolos, o lo que es igual de abyecto, contemplando cómo son asesinados cada año sin mover un solo dedo.

A fuego lento