Hacía tiempo que no escribía en este blog de mi amigo Carlos, con el que colaboro cuando puedo y me viene la inspiración. Así que algo más de un añito después de la última entrada en este espacio, aquí va una nueva aportación.
No sé por qué, pero esta mañana al pensar en estas fechas me ha venido a la mente el film, La Purga. Trata de una sociedad futura en la que el régimen político ha decidido implantar la purga anual, un breve período de catarsis; una regla por la que una noche de cada año se puede cometer cualquier crimen sin tener que responder ante la justicia.
Una de las primeras escenas muestra cómo varias personas se arman para la noche de la purga; blindan sus casas para defenderse o afilan sus cuchillos para llevar a cabo venganza. El resto del año, el índice de criminalidad es nulo.
En nuestra sociedad desgraciadamente el índice de criminalidad no es ese y afortunadamente, la purga es sólo el argumento de una película de ficción.
Pero la verdad es que si cambiamos la criminalidad por las malas acciones que hipócritamente desterramos de nuestras vidas en ocasiones contadas como estas fechas y el armamento lo tomamos en un sentido metafórico, nuestra sociedad lleva a cabo sus purgas personales la mayor parte del año y lava su conciencia en determinadas fechas del calendario como marca la tradición y como no podía ser de otro modo en este país.
Así que, y quienes me conocen lo saben, no voy a dejar hueco en mi entrada para tópicos del estilo “feliz navidad” porque ni soy creyente ni me pongo la venda de la tradición y las costumbres en los ojos. Sed felices en este espejismo, el 7 de enero volveremos a afilar nuestros cuchillos a menos que nos paremos a pensar y nos atrevamos a llevarle la contraria al mundo cuando éste está equivocado.